miércoles, 15 de diciembre de 2010

Luis Alberto de Cuenca (poesía última)

 Luis Alberto de Cuenca es uno de los poetas más significativos de la poesía actual. Nació en Madrid en 1950 y aquí vive aún, rodeado de más de 33.000 libros seleccionados uno a uno por él y a los que tiene un enorme cariño. Fue director de la Biblioteca Nacional y Secretario de Cultura en el gobierno, pero sobre todo es POETA, con mayúsculas, de los grandes, de esos que saben conciliar a la perfección literatura y vida, humor y lirismo. Os dejo tres de sus poemas para que los disfrutéis:

Mal de ausencia

Desde que tú te fuiste, no sabes qué despacio
pasa el tiempo en Madrid. He visto una película
que ha terminado apenas hace un siglo. No sabes
qué lento corre el mundo sin ti, novia lejana.

Mis amigos me dicen que vuelva a ser el mismo,
que pudre el corazón tanta melancolía,
que tu ausencia no vale tanta ansiedad inútil,
que parezco un ejemplo de subliteratura.

Pero tú te has llevado mi paz en tu maleta,
los hilos del teléfono, la calle en la que vivo.
Tú has mandado a mi casa tropas ecologistas
a saquear mi alma contaminada y triste.

Y, para colmo, sigo soñando con gigantes
y contigo, desnuda, besándoles las manos.
Con dioses a caballo que destruyen Europa
y cautiva te guardan hasta que yo esté muerto.



                       El desayuno




    Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
"Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno."
                                           De La rosa y el hacha (1993)


                 Bébetela



Dile cosas bonitas a tu novia:
"Tienes un cuerpo de reloj de arena
y un alma de película de Hawks."
Díselo muy bajito, con tus labios
pegados a su oreja, sin que nadie
pueda escuchar lo que le estás diciendo
(a saber, que sus piernas son cohetes
dirigidos al centro de la tierra,
o que sus senos son la madriguera
de un cangrejo de mar, o que su espalda
es plata viva). Y cuando se lo crea
y comience a licuarse entre tus brazos,
no dudes un segundo:
bébetela.


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